Al crecer, Ramsey Stewart marcó mi alma en formas que el tiempo nunca pudo sanar.
A los doce años, me pidió que fuera su novia.
A los trece, me dio mi primer beso.
A los dieciséis, nos habíamos enamorado, planeado un futuro juntos y teníamos los ojos puestos en el horizonte.
El amor nunca falla ¿verdad?
Pero para Ramsey, si lo hace.
Yo le fallé.
El mundo entero le falló.
A los diecisiete, Ramsey fue condenado por matar al chico que me atacó.
Sigue adelante, escribió en su primera y única carta desde la prisión.
Comienza una nueva vida, me insistió.
Ya no te amo, mintió.
No había tal cosa como rendirse con Ramsey. El amor puede haber sido nuestra maldición, pero él era mío entonces, ahora y siempre.
Así que aquí esto, doce largos años más tarde, esperando que un hombre que ni siquiera conozco emerja de entre las puertas de eslabones de cadena.
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