La apuesta es alta y ambos pagarán el precio de sus anhelos, así como de sus errores.
Aurora Sterling es encantadora, optimista e inteligente. Su familia tiene gran influencia en la política, pero ese mundo le ha traído más sinsabores que beneficios. Por eso prefiere mantener un perfil bajo y una rutina discreta. Su vida personal es un desastre y su expansión profesional en Londres está condicionada por la agenda de su padre. La noche en que conoce a Dominic, la forma en que concebía el deseo y la pasión cambia por completo; la atracción entre ambos es irrefutable. Ella intenta creer que el destino va a compensar, en algún modo, las pesadillas que la marcaron. Grave equivocación. Ante la súbita frialdad y hostilidad de Dominic, Aurora se siente dolida, pero tiene la certeza de que en esta batalla de voluntades solo uno quedará en pie: ella.
Cruel. Indiferente. Astuto. Esas son algunas de las características que la sociedad le atribuye a Dominic Langford. Él no tiene escrúpulos cuando se traza un objetivo y jamás se permite perder el control. Dominic disfruta el éxito y el placer bajo sus propios términos. La presencia de Aurora en su vida es premeditada, porque la considera la pieza clave para obtener la información que podría esclarecer un complejo episodio de su vida. Un episodio que ha dejado heridas abiertas. Por eso, extinguir el ridículo optimismo de Aurora, acallar su bulliciosa presencia y destruir lo que ella representa, lo considerará parte del daño colateral de sus planes. Dominic se dará cuenta de que el precio a pagar para aplacar sus demonios es más alto de lo esperado. Su inmensa fortuna y recursos parecerán insuficientes cuando intente recuperar a la única persona que logró afectar su oxidado corazón.
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