Dorian odia las mentiras.
Después de unos años complicados y una vida dedicada al trabajo y al mar, por fin siente que las cosas empiezan a funcionar como deberían. Su mente ha vuelto a pertenecerle por completo: ya no le duele ver las amapolas, aunque siga escondiéndose de la chica que siempre le recordará a la primavera. La misma que le estrujó el corazón al irse y llenarlo de mentiras. La misma que, según su nonna, formaría parte de su futuro.
Greta odia haber mentido.
Su turbulento camino en el mundo de la moda la rompe por completo, y regresa a Cefalú en busca de esa sensación perdida de hogar y pertenencia. Necesita volver al pasado. Necesita volver a sentirse la chica del ganchillo que coleccionaba papaveros. La que caminaba descalza por la playa y nadaba junto al chico que siempre perteneció al mar.
Quizá lo suyo fue cosa de las malas decisiones, pero se quisieron de verdad.
Él se enamoró de la belleza de las flores y ella hizo suyo el mar.
Y en todo el tiempo que han pasado separados, ninguno ha sido capaz de olvidar la famosa profecía de la nonna. Esa que predecía un futuro juntos siendo familia y hogar.
«—Lo vi en un sueño».
¿Se cumplirá?
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