Cuando Tobías vuelve al pueblo de sus padres tras quince años de ausencia, se encuentra con que las cosas han
cambiado mucho.
Por un lado, su padre ha muerto y le ha
dejado en herencia la empresa familiar. Por otro, su vecinita Rocío, a la que llamaban Pippi Calzaslargas, ha dejado de ser una niña, a la que, para su desgracia, la llaman muchas
otras cosas y ninguna bonita.
Después de que algunos vecinos los pillen juntos en varias ocasiones, se empieza a barajar la idea de que la
desvergonzada pelirroja ya ha puesto los ojos en el heredero.
Eso provocará que ambos vivan situaciones extrañas, misteriosas, intensas, excitantes… y, aunque no
sepan quién está detrás de tales artimañas, sienten que alguien intenta separarlos.
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