Dicen que los que pueden, lo hacen. Y los que no, enseñan. Eso último es cierto en mi caso.
Pero es a través de mis muchas relaciones fallidas que encontré a mi verdadera pareja que se estaba separando y que nunca debería haber estado junta en primer lugar. Aunque probablemente suene poco ortodoxo para una terapeuta de parejas, mantengo los servicios que brindo.
Eso es hasta que me contratan para investigar en profundidad al novio de una clienta, lo que resulta completamente opuesto a lo planeado. No solo parece que dicho novio está más interesado en mí de lo que debería, sino que descubro que en realidad es parte de una red del crimen organizado, lo que me hace parecer culpable por asociación.
Lo que me lleva a Mason Harris, el chico dorado del FBI. Es irritantemente protector y, además, una andante señal de alerta... e insiste en que trabajemos juntos para poner a los malos tras las rejas y limpiar mi nombre. Cuanto más presiono, más tira él, y me resulta difícil luchar contra mi atracción.
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