Tal vez sea el papeleo. Tal vez es el trabajo diario. Tal
vez es ese cliente que nunca sabe lo que quiere, o el tipo que siempre cocina
pescado en el microondas.
Pero yo no. Amo cada rincón de la florería de Longbourne,
cada flor, cada pétalo, cada tallo. Amo el invernadero, y amo a la Sra. Bennet,
mi jefa. Me encanta crear, y me encanta ser florista. No odio nada en absoluto.
Excepto a Luke Bennet.
Los hermanos Bennet han venido a casa para ayudar a su
madre a salvar la florería, y Luke está al mando. Su sonrisa cuenta una
historia de lujuria, suelta y fácil. Se mueve con la gracia de un depredador,
salvaje y sucio. Una cosa desenfrenada, sin reglas ni restricciones.
Cuando vuelve a casa para salvar a Longbourne, casi no
puedo enfadarme con él.
Casi.
No recuerda esa noche que yo nunca olvidaré. Ese beso,
sabor a whisky y fuego. Me marcó como un hierro al rojo vivo. Pero no significó
nada para él.
Todo el mundo odia parte de su trabajo, y yo odio a Luke
Bennet.
Porque si no lo hago, me enamoraré de él.
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