
Para ello me abrí hueco en la industria de la moda y allí
me encontré con Andrew, un tiburón de Wall Street. Lo reconocí al instante; un
afamado mujeriego, pero para mí sólo era un chico con una apariencia que no se
ajustaba a la realidad, o eso quería creer, porque todos estaban seguros de que
me rompería el corazón y me lo dejaría hecho trizas en cualquier momento.
Debería haberme alejado de él, pero en cuanto sus labios
rozaron mi piel, supe que todo se iba a complicar. ¿Pero qué puedes hacer si lo
que descubres es tan intenso y adictivo que ya no concibes la idea de elegir
otro camino?
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