Es la persona favorita de mi hijo.
La maestra curvilínea y radiante que nunca se alejó... Incluso cuando su mamá lo hizo.
Debería estar agradecido. Diablos, lo estoy.
Pero la gratitud no explica por qué espero verla más que a nadie. Por qué noto cada rubor, cada sonrisa, cada curva suave. Por qué la deseo de formas a las que no tengo derecho.
Porque es la mejor amiga de mi ex.
Porque si meto la pata, mi hijo pierde a la única mujer constante en su vida.
Pero ella está aquí. En mi casa. En la mesa de mi cocina. Riendo con mi hijo como si perteneciera a este lugar, porque en el fondo, pertenece.
Un beso y sé que ya estoy demasiado metido. Nunca he sido de los que se asientan.
Pero ¿por ella? ¿Por ellos? Lo arriesgaría todo.
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