Lia siempre ha creído en el amor. En el destino escrito en miradas que incendian la piel. En besos que arden como llamas furtivas. En historias donde las almas están hechas la una para la otra. Y en su historia, el protagonista siempre ha sido el mismo: Nathan Bennett, su amor platónico, el chico perfecto que ha admirado en silencio desde siempre.
Evan es la sombra que se oculta tras la luz. Un alma marcada por cicatrices invisibles. Su único deseo es escapar del infierno que ha sido su vida, convertirse en gimnasta olímpico y dejar atrás un pasado y una vida llena de miserias que pesa demasiado. No hay espacio para el amor, ni siquiera para la amistad. Y mucho menos para una chica como Lia: tan brillante que duele mirarla, tan apasionada que podría hacer tambalear sus certezas.
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