A Sebastian solo le interesa una cosa de los humanos: su sangre. La camarera que atendía la barra de aquel local de copas de Chicago no debería ser una excepción. Seducirla, obtener de ella lo que necesitaba y borrarle los recuerdos de su efímero momento juntos habría sido sencillo, pero Victoria no era una mujer cualquiera. Ella debería haber muerto un año atrás y no estar aquí ahora como una viva, irritante y peligrosa tentación.
Bast no tiene tiempo para una hembra como ella. Sus noches están dedicadas a perseguir y eliminar al mal que acecha y hace presa en los vampiros, una tarea que ningún nocturna puede permitirse desatender.
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