ISABELLA
Me criaron para obedecer. Para sonreír. Para sangrar con elegancia.
Me vistieron de blanco y me entregaron a un hombre al que llamaban monstruo.
Dijeron que era por la paz. Por el legado. Por el poder.
Pero en el momento en que Dante Romano deslizó un anillo en mi dedo, supe que…
No se trataba de una tregua.
Era una sentencia de muerte.
Es frío. Cruel. Hecho para mandar.
Lo llaman La Víbora, y me entregaron a él como si fuera un regalo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario