Desde el primer momento en que la vio, supo que sus hilos del corazón estaban entrelazados.
Rekosh no tenía mucho interés en buscar pareja, al menos hasta que conoció a Ahmya. Pequeña, delicada y humana, no se parece en nada a los de su especie. Es una flor radiante que florece entre enredaderas estranguladoras. En ella encuentra una determinación profunda e indomable, una curiosidad inspiradora y una pasión ardiente. Ella despierta en él un feroz instinto de protección y le provoca un deseo que nunca ha experimentado. Lo único que ansía es declararle lo que siente por ella.
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