Cuando Nerea viaja a Rusia a trabajar lo que menos puede esperar en la vida es que su viaje puede
convertirse en todo menos en algo relacionado a lo laboral. Cuando la despiden
en su empresa y los
siete rusos más sexys, tatuados hasta los dientes y dominantes, se obsesionan
con ella hasta el punto
de hacer cualquier cosa por tenerla en sus garras.
Nerea corría por las calles de la plaza más famosa de Moscú
en el barrio comercial conocido como
Kitay-gorod . Corría lo más rápido que podía por los 330 metros de largo que
tenía y otros dos
kilómetros más que tenía que correr en unos inmensos zapatos negros que no
estaban hechos para
correr. De la nada escucho un rugido que sintió como si el León más grande de
toda áfrica fuese a
saltar sobre ella, avanzó más rápido, tropezando con los adoquines mal puestos,
miró sus pies y justo
a su lado tenía un enorme tigre que la hizo saltar del susto cayendo de nalgas
al suelo, suspiro de
dolor acariciando sus nalgas y miró al animal de unos preciosos ojos verdes,
sintiendo su cuerpo
estremecerse, el animal se acercó, se agachó como un gato para tirarse jugando
sobre ella, la
reacción de ella fue lanzarle un guantazo que una mano paró casi cuando rozaba
al inmenso tigre,
miró arriba y los ojos grises de Alek Damikoich la miraban con furia en los
ojos y el rostro contraído
de furia.
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