Cuando parecía que todo el mundo alrededor de Anthony
Fender alcanzaba una meta o se enamoraba, él culpaba a una temprana crisis de
la mediana edad de haberlo arrojado lejos de su zona de confort. Nashville
estaba muy lejos de Nueva York y de su vida cotidiana, que últimamente había
perdido todo el color.
Con suerte estas vacaciones lo revitalizarían, y tal vez una clase de cocina
con el famoso chef August King podría poner fin al reinado de Anthony como el
único italiano de Brooklyn que no sabía hervir agua. Pero cuando conoció a
August y a su marido, mucho más joven, Camden, todos los planes y todos los
pensamientos racionales salieron por la ventana. Su dinámica se apoderó de
Anthony y lo atrajo antes de que escuchara la palabra mágica.
"Daddy".
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