Kiplyn.
Desde que tenía cinco años, hubo cosas que papá me hizo ver que nunca debería
haber visto.
Desde que tenía cinco años, las cosas que vi cambiaron lentamente mi felicidad
e inocencia.
Desde que tenía cinco años, me marcó inmensamente mentalmente cada día, hasta
que no quedó nada en que dejar cicatrices.
Pero papá era el Consolador. El hombre en el que todos confiaban.
Y una vez que me di cuenta de que lo necesitaba para sobrevivir, lo único que
me quedaba por hacer era acercarme a él.
Más cerca de lo que nunca he estado, y más cerca de lo que cualquier otra mujer lo había estado o lo estaría.
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