Lea tiene una relación abierta con Álvaro, y lo lleva bien
hasta que aparece en su vida un nuevo vecino: el señor Corbatas. Alejandro, el
señor Corbatas, un empresario guapo y exitoso, está seguro de que ha comprado
la casa perfecta hasta que la conoce a ella: su vecina de enfrente.
Una chica tan fresca y original como el helado verde con el
que le da la bienvenida y que, con la cosa de los nervios, acaba manchando las
corbatas que él se acaba de comprar.
Un pequeño desastre sin importancia, que ella insiste en
arreglar en vano. Y es que, no teniendo bastante con destrozarle las corbatas,
Lea se empeña en que su relación vecinal fluya y eso es algo imposible.
Lea es curiosa, empática y cotorra. Alejandro es borde,
frío y asocial.
Sin embargo, Lea es incansable y se implica tanto para que
su vecino se sienta a gusto que empieza a importarle más de la cuenta. Y, como
debe evitarlo, no se le ocurre nada mejor que organizar fiestas para que el
señor Corbatas conozca gente. Lo que pasa es que Alejandro solo está interesado
en conocer a la plasta de su vecina, por la que empieza a sentir una
inexplicable atracción. La misma que ella por él.
Y lo que es peor es que también se percatan de que, aunque
tenga ella demasiado corazón y él demasiada cabeza, juntos podrían ser
perfectos.
Claro que en los planes de Alejandro no entra enamorarse y
Lea tiene a Álvaro y su relación abierta, en la que han acordado que pueden tener
sexo fuera de la pareja, pero sin amor. Así que lo suyo no puede ser.
O sí. Porque Lea tiene a su tía Maravillas, enredadora profesional, y también a sus amigas: Lara, experta en relaciones abiertas, y Olivia, experta en relaciones convencionales, que no van a parar de liarla para que suceda lo que menos esperan…
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