
Le puse una pistola en la cabeza y me puso un cuchillo en
la garganta. Damos vueltas y vueltas, provocando la enfermedad que nos consume
a los dos. Jugamos nuestro retorcido juego con dulces amenazas y crueles
promesas, sin dar marcha atrás. Anhelo su locura de las maneras más depravadas.
Solo una mujer tan despiadada como Camilla podría
debilitarme, y le encantaría ver cómo me desmorono.
Dos personas muy malas que quieren cosas muy malas nunca
están a salvo juntas.
Algunas historias de amor no tienen héroes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario