Shane es serio, reservado y sombrío, todo lo contrario a su hermano Nathan, el más atractivo y encantador de los O’Brien. Mientras que Nathan ha luchado por el amor y por ser feliz, Shane ha elegido programar su vida tal y como él quería: tiene un buen trabajo como CEO y se va a casar en pocos meses con Valerie, la mujer que considera perfecta para un matrimonio estable, sin amor pero sin celos, problemas o decepciones.
Todo está perfectamente planificado. Hasta que una noche
que está cenando solo en un restaurante irrumpe en su mesa una chica con el
pelo rosa y da al traste con todos sus planes.
Summer está muy enfadada. Su novio la ha dejado plantada en
la puerta del restaurante donde iban a celebrar su primer año de relación. En
un arrebato, decide entrar y sentarse a la única mesa donde cena un hombre sin
compañía.
Y entonces, él levanta la vista y Summer se encuentra con los ojos más alucinantes que ha visto en su vida.
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