Max estaba totalmente descontrolada.
Desde que su amiga Roxie se fuera a Noruega y decidiera quedarse allí tras
conocer a un hombre del cual se había enamorado, Max no había vuelto a ser la
misma.
Se sentía sola y para llenar aquella sensación de soledad, iba de fiesta en
fiesta y de cama en cama. En algunas ocasiones ni siquiera recordaba con quien
había sido cuando se despertaba a la mañana siguiente.
Y eso justamente fue lo que le ocurrió cuando conoció a aquel buenorro con los
ojos gris verdoso y una cicatriz que recorría su ojo izquierdo.
Varcan debía seguir a aquella pelirroja sin que le viera,
para asegurarse que estuviera a salvo. La Diosa le había dicho a Roxie durante
un viaje astral que Max era una parte muy importante de la profecía, pero aún
no sabían porque.
Entre los dos, había una tensión sexual impresionante, que les lleva a mantener
un tórrido encuentro. Sin saber porque, aquel revolcón hizo que sobre la piel
de Max apareciera el sello de los guardianes, despertando a una bestia que
parecía dormir en el interior de la joven.
¿Serían capaces de descubrir que era lo que le pasaba a Max antes de que
aquella bestia tomara el control de su cuerpo?
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