Jeremy Wyatt es el hijo de puta más grande que conozco. Es un gran abogado y un buen amigo, pero es un gilipollas con las mujeres. Primero liga con ellas y luego pierde el interés. Eres demasiado buena para un tipo como Wyatt. Y no quiero tener que romperle los brazos por jugar contigo. Eres joven, Lena, y un poco ingenua. Un hombre como Jeremy te haría daño».
Las palabras de mi hermano ya me advirtieron.
Él conoce muy bien a su socio.
Pero Jeremy es el espécimen masculino más guapo que jamás he visto.
Tendrías que estar muerta o inconsciente para no sentir una punzada en tus
partes femeninas…
Con esos labios carnosos, esos deslumbrantes ojos azules y esos hombros anchos
y musculosos.
Además, es ingeniosos, inteligente y encantador. Y lo más importante,
encajamos.
O eso pensaba hasta que la advertencia de mi hermano se hizo realidad.
Y mi corazón se hizo trizas.
Desde entonces, tengo una nueva regla:
No me dejaré embaucar por una cara bonita y unas cuantas palabras zalameras.
Desde este momento, odio oficialmente a Jeremy Wyatt.
Aunque es complicado porque resulta que es mi nuevo jefe.
Y no he tardado mucho en volver a sentir las mariposas.
Quiero olvidarle y pasar página.
Pero ahora tengo que ver a Jeremy todos los días sin arrancarle los ojos.
A veces me pide que me quede en su oficina para hacer horas extras.
Y ahí es cuando rompo mi regla. Una y otra vez.
Unas semanas después, un malestar matutino me dice que ha sucedido lo
inimaginable.
¿Es buen momento para contarles a Jeremy y a mi hermano lo de mi secreto
sorpresa?
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