Había una en cada generación.
Destinadas a dejar su hogar, su aquelarre, su forma de
vida.
Cumplir el antiguo pacto con los demonios.
Un sacrificio.
Hablamos de sus destinos en susurros silenciosos alrededor
de fogatas abiertas como historias de fantasmas, conjurando historias, cada una
más horrible que la anterior.
Nunca pensé que me convertiría en ella.
El sacrificio.
Arrancada de todo lo que había conocido, arrojada a un
mundo oscuro e incierto, mi vida en manos de su más pura maldad.
Nada podría haberme preparado para la verdad.
O el calor creciente que sentí hacia uno de mis captores.
Pero las preguntas estaban ahí:
¿Qué querían de mí?
¿Qué me pasaría una vez que lo tomaran?
¿Qué precio estaba dispuesta a pagar?
¿Y qué estaría dispuesta a sacrificar para aferrarme a un amor que nunca vi venir?
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