Erase una vez, pensaba que el amor era un cuento de hadas.
Pensaba que venderme a un jefe de la mafia era noble. ¿Y que si lo llamaban la
Bestia? Crecí en harapos, y él me dio riqueza. Todo lo que tenía que hacer era
darle mi alma. Era castigante. Insaciable. Cautivador. Nada a como lo esperaba.
Cada día mi realidad se desdibujaba, preguntándome si era esclava o princesa.
Cuanto más me quedaba, más me perdía en él. Incluso después de cada crueldad
que la Bestia me había hecho, ansiaba su contacto. Incluso después de cada
palabra salvaje que decía, rogaba por sus labios. Pensaba que lo peor que podía
tomar era mi cuerpo. Yo era demasiado ingenua para guardar mi corazón.
Erase una vez, pensaba que el amor era un cuento de hadas. Ahora sé que es algo más que hablar de felices para siempre.
Erase una vez, pensaba que el amor era un cuento de hadas. Ahora sé que es algo más que hablar de felices para siempre.
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