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martes, 14 de abril de 2020

Singe


Ella era mi pesadilla. Cada vez que cerraba los ojos, la veía caer en ese infierno. Una y otra vez, fallaba en salvarla.
No había sido capaz de alcanzarla, y la culpa solo ardía más caliente con el paso del tiempo. Cuatro años más tarde, yo era el inalcanzable.
Los héroes no siempre son santos. A veces, no somos nada más que pecadores hastiados impulsados por noches sin dormir y corazones llenos de oscuridad.
Y entonces la conocí. Era una soñadora que se las arregló para aliviar mis cicatrices y sanar mis heridas.


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