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sábado, 25 de abril de 2020

Written with regret - Aly Martinez



Toda niña sueña con el cuento de hadas. Aquel en el que el caballero de brillante armadura se apresura a salvarla de las garras del mal. Se enamoran, tienen bebés y viven felices para siempre. Por esa definición, mi vida también debería haber sido un cuento de hadas. Cuando tenía ocho años, Caven Hunt me salvó de la peor clase de maldad que caminaba sobre la tierra. No importó que yo fuera una niña. Aún así me enamoré de él. Pero ahí fue donde terminó mi cuento de hadas.
Años más tarde, una aventura de una noche durante los momentos más oscuros imaginables nos dio una niña pequeña. No fue nada comparado con la oscuridad total que me consumía cuando me vi obligada a dejarla con Caven para siempre.
Al final de cada cuento de hadas, el “felices para siempre” es la única cosa que permanece consistente. No iba a ser mío, pero no había pasado una noche en la que yo no hubiera rezado para que fuera de ella. Le debía a Caven mi vida. Sin embargo, le debía más a esa niña inocente. Y eso incluía arrancarme el corazón del pecho y enfrentarme
de nuevo a su padre



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