
Años más tarde, una aventura de una noche durante los momentos más oscuros imaginables nos dio una niña pequeña. No fue nada comparado con la oscuridad total que me consumía cuando me vi obligada a dejarla con Caven para siempre.
Al final de cada cuento de hadas, el “felices para siempre” es la única cosa que permanece consistente. No iba a ser mío, pero no había pasado una noche en la que yo no hubiera rezado para que fuera de ella. Le debía a Caven mi vida. Sin embargo, le debía más a esa niña inocente. Y eso incluía arrancarme el corazón del pecho y enfrentarme de nuevo a su padre
No hay comentarios.:
Publicar un comentario