Julián al fin verá cumplido uno de sus sueños: casar a la cautivadora y alocada
Inés Gonzaga de la que lleva años enamorado. Ella siempre y en toda
circunstancia se ha limitado a ignorarlo, algo que no ha hecho con Ginés, su
hermano pequeño, con el que a lo largo de todas y cada una su niñez y
adolescencia ha mantenido una buena amistad, escalado a los árboles y
correteado con él por los campos, y del que cree estar enamorada. Mas Julián se
ocupará de hacerla ver lo equivocada que está con respecto a su “encantador”
hermano.
Inés no sabría decir a quién detesta más, si a su malvado
padrastro don José o bien a su porvenir esposo el marqués. Solo las amenazas de
don José logran llevarla al altar y entregar el “sí deseo”, mas está resuelta a
no ponerle las cosas simples a su recién adquirido marido.
Con lo que no contaba, era con que Julián no es el ogro que siempre y en todo momento había creído y la convivencia, en escaso tiempo, empieza a ser algo más que “agradable”.
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