Alessandro Beckett sabía que era todo o nada, no podía perder el maldito juego.
Con un mundo a sus pies; el exitoso, controlador y ardiente pianista más famoso
de todos los tiempos no estaba acostumbrado a perder, peor aún ante su ex
prometida, quien lo había dejado en ridículo. Las fichas estaban en la mesa,
mostraría sus mejores cartas. Necesitaba una noche, una farsa, una puta que
diera rienda suelta a sus deseos para ganar el juego, sin imaginar que aquella
jovencita de labios rojos, aparentemente virgen e insignificante, podría hacer
que pierda la cabeza desatando un deseo prohibido que ardía entre sus piernas
como el infierno, cambiando incluso sus propias reglas del juego.
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