Me llamo Lola y el día que Dios repartió la buena suerte me dejó la última de
la fila. ¿Crees que exagero? Agárrate que vienen curvas. Tengo un pésimo gusto
para los hombres y siempre me rompen el corazón, estoy pasando por un bache
económico (otro más), y un malentendido sin importancia me obliga a hacer de
voluntaria en una residencia donde, para colmo, conozco al Señor Malas pulgas.
Me llamo Diego y el día que Dios repartió la paciencia me pilló en otro sitio.
¿Qué si tengo mal genio? Qué se le va a hacer, ¡me viene de familia! Para colmo
un problemilla con la justicia me obliga a soportar a la mujer más lunática que
he conocido en toda mi vida y por la que, contra todo pronóstico y pese a mi
buen juicio, mi corazón se acelera vete a saber por qué. Yo la llamo la
Señorita Problemas.
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